Desde los inicios de la humanidad hemos estado fascinados con la naturaleza, y buscamos formas de imitar sus colores, texturas o sonidos. De una u otra forma, nos une con la tierra. Nuestros ancestros crearon silbatos para imitar el canto de las aves, así como ocarinas y pitos con formas humanas, o animales.
La forma en que se conseguía ese sonido era, al crear la figurilla de barro, dejar agujeros que permitían obtener distintas notas sonoras cuando el aire los atravesaba. Si tapas uno o más, se forman diferentes notas sonoras. Algunos, incluso, tienen una boquilla para soplar. Lo que comparten estos instrumentos es la cavidad sonora, donde el aire es forzado a pasar para producir sonido.