La concepción que los antiguos Mayas tenían acerca del eje que sostiene al planeta tierra, era la de un cocodrilo. Creían que el mundo reposaba sobre la espalda de un enorme cocodrilo, y que este flotaba sobre una inmensa laguna. Sus grandes escamas fueron comparadas con relieves montañosos y el hocico con las cuevas de ingreso al inframundo.