La pintura que ahora se observa pertenece a Francisco Tún. Un excepcional artista guatemalteco que no tuvo ninguna preparación artística o académica en las artes. Pero sus obras son el testimonio de su talento y genialidad para el manejo de color y simetría. Las piezas sobresalen por retratar amplios paisajes con estrechos caminos y pequeñas personas recorriendo las esquinas de los barrios urbanos.
Francisco Tún nació en la capital en 1948. Perteneció a una familia de origen indígena y sencillo. Sus contemporáneos lo recuerdan por su honestidad y talento artístico y su obra se caracterizó por el uso de colores usuales en los suburbios capitalinos, como el gris o café, y por acompañar también con sus colores los acontecimientos citadinos; llenos de melancolía y tristeza, pero siempre evocadores de trazos vitales que refleja la originalidad del artista.