Alfredo Gálvez Suárez desempeñó varias ocupaciones durante su vida, pero su gran habilidad para el dibujo y la pintura resaltaron su talento en el arte. Su trabajo resalta en la plástica guatemalteca, ya que dejó un legado de documentación antropológica con diversas ilustraciones de la vida de los pueblos originarios en la primera mitad del siglo XX.

Su obra más representativa son los murales que adornan las Escaleras A y B. Estas obras de gran tamaño muestran elementos propios de la Cultura Maya y el choque con la Cultura Española, resultando en el sincretismo de la cultura guatemalteca actual.