Primos de los buñuelos, los nuégados, pequeñas bolas de masa frita, pueden compararse con hermosos recuerdos de infancia, con sonrisas de los seres queridos que se graban en la memoria y nos permiten disfrutar de ellos al evocar su dulzura.
Mezcle la harina de trigo con los huevos, la levadura y el jugo de naranja hasta formar una masa esponjosa y sin grumos.
Una vez conseguida, forme las bolitas y déjelas reposar.
En una olla grande ponga a calentar el aceite a fuego medio y luego deje caer las bolas de masa hasta que frían y queden doradas.
Es recomendable que saque una bolita y la parta en dos para asegurarse que la harina se haya cocido completamente. Al estar listas ponga las bolitas a escurrir para eliminar el exceso de aceite y deje enfriar.
En otra olla mezcle el azúcar con el jugo de limón hasta que tome consistencia y un color blanco, propio del glaseado.
Cubra las bolitas con el glaseado y empiece a formar los nuégados. En la base coloque tres bolitas, dos más en la parte superior, una sobre otra.
El glaseado hará que se peguen y cuando se enfríen estarán firmes.