Los artesanos del azúcar la transforman en algo especial e imprescindible de las celebraciones tradicionales del país, como el Corpus Christi de Patzún. En Chimaltenango, la melcocha jalada es una tradición rica en misticismo y sincretismo cultural, que llena las calles de color y sabor a manos de los vendedores que las ofrecen en las afueras de la iglesia.
Agregar el agua en una olla a fuego medio, incluir la mantequilla y el azúcar, mover para disolver. Bajar la llama y cocinar a fuego lento sin dejar de revolver.
Para saber si la mezcla ya está lista, tomar un poco de la mezcla y dejar caer algunas gotas en un recipiente con agua fría. La mezcla está lista cuando forme una hebra suave y quebradiza.
Retirar la mezcla del fuego y verterla en una bandeja limpia, dejar enfriar hasta que la mezcla sea manejable.
Agregar unas gotas de vainilla o menta y colorante vegetal.
Untar la mantequilla en las manos y tomar la melcocha manejándola y moldeándola. En este paso se vuelve divertido, hale la melcocha, doble y vuelva a halar torciéndola hasta estar cremosa y casi sólida.
Cortar en trocitos o realizar barritas largas y envolver en papel celofán de colores.