Ponga a dorar las semillas de cacao de una manera uniforme, en un comal de barro o en un sartén.

Cuando las semillas estén doradas debe llevarlas a un molino para quitarles las cáscaras y le entreguen el polvo de cacao.

Si quiere hacer el procedimiento en casa, una vez que los granos se hayan enfriado, separe las cáscaras con un rodillo, páselo varias veces para asegurarse de que todos los granos estén pelados.

Cuando los tenga ya pelados, colóquelos en un tazón grande, llénelo con agua y dele unos golpes suaves para sacudirlos.

Este proceso, llamado «aventado» permitirá que las cáscaras suban y que sea mucho más fácil separarlas de los granos.

Seque los granos. Para esto puede colocarlos en una bandeja y llevarlos al horno, precalentado a 120°C por 20 minutos.

Una vez secos, puede colocarlos en un procesador de alimentos y procesar por un par de minutos. Para asegurarse de que el polvo para sus tabletas sea muy fino.

Puede volver a procesarlo en un molinillo de café por 15 segundos, esperar 10 segundos y volver a moler otros 15 segundos. Repita hasta moler todos los granos en un polvo fino.

Terminado este proceso, vuelva a moler el polvo de cacao junto con la canela en raja.

Agregue azúcar a la mezcla hasta conseguir que se haya integrado a toda la masa.

Muélalo de nuevo hasta conseguir un polvo fino y coloque este en recipientes apropiados para compactar el polvo y convertirlo en masa. Para esto, puede somatarlo (golpearlo fuerte) o presionarlo fuertemente con un mazo de cocina.

Ya compactado, saque la masa del recipiente y con la mano dele forma de tabletas. Deje secar en una bandeja bajo el sol, por lo menos durante un día.

Cuando las tabletas se encuentren secas podrán disolverse en agua o leche caliente, para disfrutar de esta bebida ancestral.