Con la llegada de los españoles se modificó la receta añadiendo la cocción en agua con azúcar para que fuera de agrado a sus paladares. Una técnica que conserva sus sabores y nutrientes por más tiempo, pero a su vez es una bomba de azúcar que, en pocas cantidades, es aceptable y deliciosa.
Lave y desinfecte las naranjas. Con la ayuda del lado más fino de un rallador, retire toda la cáscara de las naranjas y póngalas enteras en remojo para que suelten el zumo.
Cambie el agua, al menos, cuatro veces o hasta que esta quede transparente, así evitará que las naranjas se amarguen.
Luego, parta las naranjas por la mitad y quíteles las semillas.
En una olla ponga un poco de agua, azúcar, canela y cocine a fuego medio. Añada las naranjas y déjelas cocer a fuego bajo durante 3 horas, hasta que el líquido se haya reducido y convertido en miel.