Ya sea que su nombre provenga de «puñuelo», una especie de bola que los romanos amasaban con sus puños o del francés beignet, el origen de los buñuelos puede rastrearse a la cultura árabe que la introdujo a España en el siglo XI y que viajó en los barcos hasta llegar a América y convertirse en una delicia arraigada en la cultura nacional.
Bata los huevos junto con la leche, agregue un poco de harina utilizando un colador fino, el polvo de hornear y la sal.
Ponga el aceite a fuego medio en un recipiente hondo y cuando esté caliente, deje caer la masa por cucharadas (1 cucharada = 1 buñuelo).
Cuando estén dorados por ambos lados, escurra el aceite y retire.
Para el almíbar
En una olla grande, ponga el agua junto con la taza de azúcar, la canela, la cucharada de vainilla, las pimientas gordas, los clavos de olor y la cáscara de limón. Hierva durante 5 minutos a fuego medio.
Cuando haya hervido, corrobore el dulce y retire del fuego.