Los tamales guatemaltecos siguen preservando la técnica artesanal primaria de nixtamalización,
que consiste en usar la cal durante el cocimiento del maíz para desprender la cáscara. La
palabra nixtamal proviene de los vocablos náhuatl nextli y tamalli, que significan «cenizas de
cal» y «masa de maíz cocido».
Lave y desinfecte el loroco y extráigale todos los tallos. Después píquelos hasta que tengan una consistencia fina y conserve en un recipiente.
A la masa de maíz agréguele la manteca de cerdo o el aceite, la cucharada de sal, el loroco y el queso.
Amase bien hasta asegurarse que todos los ingredientes se hayan mezclado. Después de eso deje reposar la masa por unos 15 minutos.
Por aparte, lave bien y después sumerja las tusas en agua caliente durante 10 minutos para que se hidraten. Una vez se hayan suavizado retírelas del agua y póngalas a escurrir.
Para envolver los tamalitos, estire la tusa y coloque un poco de la masa. Será su elección si solo los envuelve en forma de tamalito rectangular o si prefiere hacerlos en forma de bolita y amarrar por el extremo superior.
Coloque en el fondo de una olla varias tusas, para crear una especie de colchón, después ponga los tamalitos y agrégueles agua con sal. Encima coloque una tapa de tusas.
Póngalos a cocer a fuego medio entre 45 minutos y una hora, cuidando de que la olla no se quede sin agua. Déjelos enfriar y deguste.
Desenvuelva los tamalitos, sírvalos en un plato. Puede agregarle más recado encima y espolvorear queso. Se sugiere acompañarlos con una taza de café guatemalteco o de
chocolate artesanal.