Los chuchitos se remontan a la época precolombina. Son similares a los tamales, pero tienen sus propias particularidades y sabores distintivos. Su preparación requiere de un proceso laborioso que refleja la dedicación y el amor por los comensales con quienes se compartirán. Estas pequeñas delicias son consideradas un ícono de la gastronomía guatemalteca y son amadas por locales y visitantes por igual. El pueblo maya kakchiquel los llamaba takamäles.
Cueza el maíz con cal, luego lávelo y muélalo hasta obtener una masa uniforme y suave. De ser necesario agregue agua o aceite.
Para hacer el recado cueza el tomate y los chiles, y déjelos enfriar.
Luego tritúrelos en una piedra de moler hasta formar un recado y sazone con sal. Si no tiene piedra puede usar una licuadora.
Corte la carne en trozos pequeños y colóquela en un recipiente junto a una parte del recado. Déjela reposar durante media hora.
Limpie y lave las tusas. Séquelas y extiéndalas sobre la mesa de trabajo.
Coja una tusa y úntele un poco de salsa, sobre está ponga un poco de masa y en el centro añada un trozo de carne y más recado, luego envuelva.
Algunas personas amarran en el extremo los chuchitos para darles forma de bolita; en Santiago Sacatepéquez solo doblan la tusa y les dan forma plana.
En una olla grande o apaste de barro, ponga una cama de tusas y sobre ella los chuchitos ya envueltos.
Agregue agua caliente para que el cocimiento lleve menos tiempo. Cocínelos a fuego medio durante una hora o hasta que estén cocidos.
Desenvuelva los chuchitos, sírvalos en un plato. Puede agregarle más recado encima y espolvorear queso y perejil picado.